miércoles, 2 de abril de 2014

Sueños Rotos

Hay una frase hecha que dice que la realidad suele superar a la ficción, y cuando esta nos golpea fuerte, despiadada, es capaz de arrastrar hasta el más dulce de nuestros sueños a un lugar muy lejano, del que posiblemente no nos veamos capaces de salir, un pozo tan hondo y enfangado que hasta el más optimista al mirar hacia arriba vea la salida como un puntito lejano e inaccesible para nosotros.

Detroit nos ha llevado hacia ese aciago lugar, este equipo ha conseguido rodear a una franquicia histórica de un aire pesado, casi irrespirable que ha provocado que hasta el fan más apegado a ellos se haya desvinculado, provocando una sensación de deriva, de desidia insoportable, una sensación de derrota continua de incapacidad para levantarse y seguir adelante, de inmovilismo, de la necesidad de pasar una y otra vez por el draft consiguiendo mejores o peores jugadores pero que no llegan a desarrollarse o no se consigue explotar todo su potencial.

Este verano tras muchos años caminando por el desierto hacia ninguna parte parecía que iba a empezar a despegar, se hicieron los fichajes de jugadores con renombre avalados por conseguir meter a franquicias con plantillas que eran de clase media en los playoffs, uno de ellos había conseguido grandes actuaciones individuales y se quejaba de que no había llegado a hitos mayores debido a la falta de un equipo que lo arropara. Aquello todo era una burda farsa autocomplaciente, del jugador que quiere ser salvador y no líder de su equipo, un jugador obcecado en sus propios deseos que sobrepone el éxito individual al colectivo.

El tiempo paso y el equipo no acabo de arrancar, se pensó que era el entrenador pero tras la sustitución de este los resultados tampoco llegaron, después sin ningún paraguas bajo el que protegerse llegaron las críticas a una plantilla asimétricamente diseñada pero con un potencial tremendo para competir, cosa que durante alguna fase de la temporada consiguieron mostrar, pero todo aquello se convirtió en un canto al cielo que se difuminaba para dar paso a unos meses de infierno, donde la palabra tanking volvió a salir a la palestra, y aunque el sueño del draft alegra algunos errores tras tantos años de odisea es como el cacho de pan reseco para el hambriento, mata el hambre del momento pero no logra acabar con la sensación de penuria que sufre.

Y el aficionado sigue ahí, ocultando su malestar bajo una máscara de indiferencia, deseando que el equipo de la Motown vuelva a hacerle vibrar y sonreír en cada final apretado, esperando ver el carácter de unos jugadores en las derrotas ya que dar la cara en las victorias es muy sencillo, un aficionado que no pide anillos sino poder competir por ellos, un aficionado que ha sido maltratado por todos y cada uno de los dirigentes del equipo que luego se quejan del aspecto sepulcral del estadio, pero se niegan a mirar que han sido sus manos los que cavaron la tumba de esta franquicia que ahora parece muerta, pero que solo esta dormida. 

Artículo escrito por @ospupin

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